C O N Q U I S T A
O B A R B A R I E E S P A Ñ O L A
¿Cómo
explicar el comportamiento de los recién llegados? Para entender el proceder y
conducta de los conquistadores españoles a su llegada en la conquista y colonia
de América, qué mejor que iniciar dejando en claro cómo nos veían y cuál sería
el comportamiento o costumbre de la “gente civilizada” e ibéricos o europeos
con los nativos del nuevo mundo.
AMERINDIOS PERTENECIENTES
A ESPECIES ZOÓLOGICAS INFERIORES
Al
partir de esta premisa podrá entenderse, más no justificar su conducta y manera
de actuar para con los nativos americanos, situación que vino a resolverse por
medio de la bula papal de Paulo III cuando el pontífice reconoció que, también,
los aborígenes eran hijos de Adán y Eva y no pertenecientes a las especies
zoológicas inferiores.
La
polémica entre un punto de vista y otro (animal u hombre) resuelta por bula
papal, enfrentaron a Gines de Sepúlveda quien sostenía que “Los indios no
podían considerarse personas” frente a la tesis de los defensores de la
condición humana de los nativos americanos, Las Casas y los padres Calancha y
Acosta.
“Sepúlveda
consideró a los indios como raza inferior sumida en la barbarie y por tanto
creía que era legítimo reducir por la fuerza mediante la guerra a tales
pueblos, obligándolos a aceptar el evangelio y tomándoles cuanto el derecho de
guerra permite. Adujo que los idólatras no deben resistir a los pueblos
superiores porque lo perfecto debe imperar sobre lo imperfecto y que los indios
deben estar sujetos a un régimen de sujeción bajo los cristianos”
Los
defensores de los indios esgrimieron sus puntos de vista para contrarrestar la
felonía de Sepúlveda y una gran población de seguidores españoles que, a
continuación de la condición de animales de las especies zoológicas inferiores
pasaron al estado esclavista, después a la servidumbre y, a casi escasos 200
años de República (2019) muy poco ha cambiado la condición humana hasta la
actual esclavitud moderna, para continuar con la tortuosa condición social de
desigualdad, inequidad e injusticia, entre los seres humanos.
Los
indios, como raza inferior sumida en la barbarie -según Sepúlveda- no fueron
los iniciadores de lo salvaje, inhumano o de la crueldad en el nuevo mundo,
recordemos la llegada de Cristóbal Colón en 1492 que “…, el 26 de noviembre la
Pinta se separa en busca de oro; …, el
24 de diciembre encalla la Santa María, que hay que desmantelar. Con sus
tablones levantan un fortín que denomina Navidad, en el que instala al capitán
Diego de Arana con cuarenta y tres hombres.
…, de regreso a España, el 20 de enero de 1493 se reúnen con La Pinta …,
el 22 de noviembre de 1493 en su segundo viaje, llega a La Española encontrando
destruido el fuerte Navidad y muertos Arana y sus soldados ….”
DICCIONARIO CRONOLÓGICO Biográfico Universal.
Edit. Aguilar S. A. España 1952 págs.
316-317
Barbarie
o salvajismo contra 44 españoles por acción de los nativos del caribe al mando
de los caciques Caonabo y Maireni o fue la respuesta en contra del comienzo e
iniciación del exterminio sistemático al pueblo indígena americano en legítima
defensa al robo, rapiña, saqueo, violación, al vejamen, a la destrucción de grandes
culturas indígenas por parte de los españoles en el nuevo mundo y en especial a
manos de la tripulación de La Pinta, como los primeros genocidas del pueblo
americano.
El
canibalismo con el cual quieren estigmatizar los españoles al pueblo del nuevo
mundo no fue solo conducta exclusiva de algunas tribus indígenas, también, fue
practicada entre los españoles como está demostrado, pero que debido a la
teoría eurocentrista de la historia no es aceptada y la ocultan, como lo han
hecho con innumerables actitudes vergonzantes de su negra historia en todo el
mundo.
LA OPINIÓN DE CÚCUTA
PAG.5B SÁBADO 11 DE MAYO DE 2013
La
expoliación a que fue sometido el nuevo mundo es difícil de imaginarse y mucho
más de comprender, sin embargo, con un escrito histórico y gráfico que a
continuación aparece puede aproximarse para tener una idea de lo que fue el
zaqueo en América, robo del oro, plata, piedras preciosas y riqueza del nuevo
mundo que después de más de quinientos años, los españoles reclaman para sí
tesoros náufragos, por el hecho de ser naves de propiedad de esa nacionalidad y llevar
bandera española.
QUE NO
REGRESARON A EUROPA
EL ESPECTADOR, SÁBADO 3 DE AGOSTO DE 1987
Washington, agosto 2 (Reuter) El 6 de septiembre de 1622 la Armada de
Tierra Firme, al mando del marqués de Cadereita, fue azotada por un feroz
huracán en los cayos de la Florida, dos días después de zarpar de La Habana con
destino a España.
De las nueve naves que encallaron durante el
huracán en Cayo Matacumbre, tres eran galeones cargados con barras de plata,
oro y piedras preciosas, de las minas del Nuevo Mundo.
Fue de uno de esos galeones, el Nuestra Señora de
Atocha de 600 toneladas, que el cazador de tesoros Mel Fisher y sus buzos comenzaron
a sacar -la semana pasada- docenas de barras de plata cuyo valor podría
alcanzar los 400 millones de dólares.
Documentos y mapas de la época que se encuentran en la
biblioteca del congreso de los Estados Unidos y en el archivo de Indias de
Sevilla, indican que el Atocha, al mando del capitán Jácome de Veider, llevaba
más de un millón de pesos de la época en
plata y oro.
Los otros galeones, La Margarita, al mando del
capitán Pedro Guerrero de Espinosa y el de nombre Nuestra Señora del Rosario, a
órdenes del capitán Francisco Rodríguez Pico, cargaban medio millón de pesos -
unos 200 millones de dólares - en plata y oro cada uno.
Al año siguiente, el 26 de abril de 1623 los
galeones Espíritu Santo (el mayor) y Santísima Trinidad, de la Flota de Tierra
Firme al mando del capitán general Antonio de Oquendo, encallaron y se
hundieron en el mismo lugar con un millón de pesos cada uno en barras de plata
y oro.
Esos galeones y sus fabulosos tesoros permanecen
bajo las arenas y arrecifes de coral de las cristalinas aguas del Caribe a la
espera de ser encontrados y son apenas alguno de los miles de naufragios de las
Armadas y flotas del mar oceánico, de Tierra Firme, de Mar Abierto y de Nueva
España, en las Costas del Nuevo Mundo.
Según los archivos disponibles, los españoles
extrajeron un total de cuatro mil 035 millones de pesos de la época en plata y
oro, de las minas de Méjico y Perú, durante la colonización de América entre
1492 y 1830
Dice Herbert Marx en su libro Naufragios del Hemisferio Occidental =obra mejor conocida, como la
biblia de los buceadores de tesoros= que por lo menos “Un cinco por ciento de
las naves que lo trasportaban nunca llegaron a España y se encuentran todavía
sumergidas cerca de las costas de América Latina, el Caribe y La Florida, bajo
menos de diez metros de agua” y quizás el tesoro más grande perdido en un naufragio
de la época y nunca recobrado, está en proximidades de la Isla Barú, cerca del
puerto colombiano Cartagena, donde el galeón San José (nave capitana de la
flota) se hundió con once millones de pesos de la época -en oro y plata- luego
de una batalla con una escuadra naval británica.
Colombia tiene leyes muy estrictas para el salvataje y
recuperación de tesoros. Según un
decreto de 1984 quien encuentre algún tesoro bajo el agua tiene derecho al
cinco por ciento de su valor bruto.
Pero las aguas del Golfo de México y la Península
de Yucatán, la ruta de la plata entre Veracruz y La Habana, contienen la mayor
cantidad de tesoros perdidos en el hemisferio.
El gobierno mejicano, también es estricto sobre
la búsqueda de tesoros en sus aguas territoriales y los buceadores de tesoros
deben solicitar permiso al club de exploradores y deportistas acuáticos (Cedam)
la primera sociedad de arqueología marina del hemisferio, fundada en 1959
Uno de los grandes naufragios se produjo cerca de
Veracruz en septiembre de 1660 con la pérdida de 14 naves de la flota Nueva
España, al mando del capitán general Pedro D’ Escobar Melgarejo.
Según los mismos
documentos de la época, las naves encallaron y se hundieron en aguas de las islas
Verde, Sacrificios y Gavias, con diez millones de pesos de la época, en metales
y piedras preciosas.
Otro de los grandes naufragios en las costas mejicanas
ocurrió a finales de octubre de 1631 cuando 19 naves de la flota Nueva España,
al mando del almirante Manuel Serrano, fue azotada por un huracán a poco de
zarpar de Veracruz hacia La Habana con casi cuatro millones de pesos de la
época, en barras de oro y plata.
Los archivos indican que la nave capitana de esa
flota, Nuestra Señora del Juncal, se hundió con la mayor parte del tesoro “ocho
leguas al norte del bajo de Las Arcas”
Otros cientos de naufragios de naves cargadas de
tesoros se registraron en las costas de Venezuela, Guayana y Brasil, pero también
en las costas de Chile, Perú y Ecuador, en el Océano Pacífico; no obstante que
la corona española prohibió la navegación en esas aguas.
Entre los más importantes está el relacionado al naufragio
del navío San Nicolás, galeón sin cañones, hundido con más de un millón de
pesos en metales preciosos en el Puerto de Arica (Chile) durante el terremoto
que asoló a Chile y Perú el 13 de Mayo de 1647
Pocos años después, en
mayo de 1654 cuatro galeones al mando del almirante Francisco de Sosa partieron
del puerto El Callao hacia Panamá cuando los sorprendió una severa tormenta y
se hundieron en el arrecife Chanduy, en la boca del río Guayaquil (Ecuador) con
tres millones de pesos en oro y plata.
Aunque la mayoría de los
naufragios son bien conocidos, muchos detalles de otros permanecen sin
catalogar en documentos y legajos sobre la colonización de América, que nunca
fueron abiertos desde su traslado en 1784 desde los archivos de Simancas en
Valladolid al archivo de Indias en Sevilla.
La
nefasta y sicótica conducta española no solo se circunscribe al genocidio
contra los habitantes del nuevo mundo, a su censurable proceder relacionado con
la riqueza mineral, representada en oro, plata, piedras preciosas, sino también
contra la naturaleza y Moisés
Palacio, experto en arborización del Jardín Botánico, asegura que este
exterminio ocurrió entre los siglos XV y XVI
EL ESPECTADOR /
DANIEL SALGAR ANTOLINEZ
PAG. 6. MIÉRCOLES, 1 DE JUNIO DE 2011
Los muiscas que habitaban la sabana de Bogotá
alababan al nogal, como a un dios, antes de la llegada de los españoles. Hacían
romería en torno de ese árbol: Le
confesaban sus secretos, pero los conquistadores para imponer el cristianismo y
romper el vínculo con un dios vegetal, mandaron a talar la especie desde lo que
hoy es la Candelaria hasta Tunja.
El
problema fue que los taladores no distinguieron entre el nogal y otras especies
nativas, como el cedro y talaron más de la cuenta. Moisés Palacio, experto en
arborización del Jardín Botánico, asegura que este exterminio ocurrió entre los
siglos XV y XVI y amenazó también a los robles, laureles y palmas de cera, que
habitaban los cerros orientales.
………. Pero los nogales sobrevivieron al exterminio
español …
Agradezco Comentario, dentro de este blog o al correo (escritos.asv@gmail.com)
para conocer su punto de vista, con ellos enriquezco el trabajo
y los que a futuro deje a su consideración.