CÁCOTA DE VELASCO
Uno de los 40 municipios del departamento
Norte de Santander, refundado sobre un asentamiento indígena, el 26 de
octubre de 1555 por Ortún Velasco de Velásquez; Su territorio fue
poblado por los indios Cácota, de la familia de los chitareros.
Temperatura media 16º centígrados. Colinda con los municipios de
Pamplona, Mutiscua, Silos y Chitagá.
A continuación, disfrutemos del
escrito de Guillermo Maldonado Pérez, ganador de premios nacionales y
extranjeros, entre ellos: Casa de las Américas en teatro de La Habana; El Premio Nacional de Guiones para Largometrajes de Televisión, y los Premios Nacionales de Cuento Jorge Zalamea Borda y Jorge Gaitán Durán.
CÁCOTA DE VELASCO,
UN PUEBLO QUE ENCANTA
GUILLERMO MALDONADO PÉREZ
En
Cácota la vida parece transcurrir entre paisajes de acuarela; el lugar es de
una tranquilidad paradisíaco, nadie roba a nadie ‐al menos en su forma más vulgar‐, y hace años la gente apenas
muere de muerte natural; de cuando en cuando se ve por ahí un policía;
las gentes del campo o del
poblado van con sus celulares sin ningún temor; son gentes sencillas, joviales,
risueñas, que practican con naturalidad una cortesía innata; saludan ‐ como si fuese cosa rara‐, dan los buenos días, o tardes, según sea; allí las mañanas son esplendorosas, de un azul
templado sobre las montañas, y en las
tardes, a veces, el pueblo se ve entre
nubes.
Durante el paseo que emprendimos con amigos se
presentó una pequeña escena que describe estas maneras: en un recodo del camino
a Ojo de Piedra se encuentra una cabaña muy pobre, donde una abuela
cuida de sus diez pequeños nietos,
de uno a diez años; el penúltimo,
Pablo, un chico de dos años, de ojos
verdes y cachetes colorados como una manzanita criolla, se levantó del piso de
tierra donde jugaba y vino a saludarnos de mano; los paseantes ( éramos tres:
Álvaro Sánchez, fotógrafo y promotor del viaje, Juan Gutiérrez, antioqueño
conocedor como ninguno de Norte de Santander, y quien esto escribe), ante la
pequeña mano tendida del simpático chiquillo no pudimos menos que nombrarlo don
Pablo.
A
Cácota de Velasco se llega por la carretera Central del Norte ‐ en buen estado ‐, a una
hora de Pamplona; todavía hay muchachos que hacen el trayecto a pie, por el
mismo camino que recorrieron los españoles, hace ya casi quinientos años,
cuando fundaron el poblado, habitado entonces por Cácota, el mohán y su tribu
chitarera; Ortún Velasco, el fundador,
añadió su apellido a Cácota, juntura que
resume los elementos indígenas y españoles
que allí se manifiestan
de manera -muy notable.
Por sus
pintorescas callecitas, bajo los aleros de las casas pintadas de blanco, con
materos de geranios colgando con gracia de ventanas y balcones, se respira un
aire andaluz. La plaza luce amoblada con decoro, con escaños y jardines y moyas
gigantes, como sala que espera recibir
con hospitalidad al visitante.
Cácota
ha resurgido de su letargo de siglos durante el último lustro, y se ha
convertido en atractivo turístico, cada vez más visitado por nacionales y extranjeros.
Las
nuevas generaciones ‐de las cuales el
pintor Sergio Hernández es un buen
ejemplo‐, dieron vuelco al
entorno y convirtieron el amor por su pueblo en motor de desarrollo; poco a
poco lograron hacer algo que parecía sencillo: que
las gentes se miraran
a sí mismas, a su
tierra, a sus valores,
y lo mostraran con seguridad y desparpajo.
A la
entrada del poblado lo primero que encuentra el visitante es la Casa de la
Cultura, hermosa edificación restaurada, de inminente inauguración; no es
fortuito que sea
así, pues la conciencia de los cacotenses indica que su
pasado, presente y porvenir es y será de índole plenamente histórica y cultural.
Pueblo
de artesanos, la alfarería es su mayor insignia; durante
centurias Cácota suministró vasijas y artilugios para el uso cotidiano en la provincia de Pamplona y otros vecindarios;
el origen del oficio es ancestral y se
remonta a tiempos precolombinos, como lo demuestran hallazgos arqueológicos,
donde técnicas, formas y acabados del presente coinciden con las del pasado
lejano; Emanuel Conde, uno de los quince
artesanos importantes del lugar, lo
afirma con autoridad: la
alfarería de Cácota se distingue de la del resto del país por el color rojo
terracota del barro cocido, sobre todo en el los tiestos de las arepas, vasija icónica de la
cerámica aborigen.
El lugar, infaltable para
visitar, es la laguna; su espejo
de agua pareciera contradecir la misma
ley de gravedad, que la mantiene en las alturas sobre un valle; el empinado
ascenso – los carros van hasta la cúspide‐, por orden del
paisaje se convierte en peregrinación ritual; las altas
montañas, que tocan el cielo, son como un Machu Picchu natural; por cierto
Cácota tiene la misma altitud del famoso lugar inca, 2.400
metros sobre el nivel del mar; pero las montañas no son abruptas, son
sosegadas, suaves al ojo, superficies tersas, cultivadas con esmero, como
enormes senos maternales moldeados por
las amorosas manos de un alfarero celestial.
Cerca
de la laguna hay un gran redondel de piedra, cimiento tejido en forma circular,
de procedencia seguramente indígena; la hermosa construcción, cubierta de lama
gris, pareciera delimitar un espacio sagrado, un lugar de culto a los antiguos
dioses; tal vez que fuese una especie de oratorio astral, campo ceremonial
de comunicación celeste; todo lo circunda un
silencio solemne, el aire puro y
el viento que, místico, susurra a
los oídos voces y flautas y fotutos del pasado prehistórico; en aquellas
altas montañas el paisaje es imponente, filosófico, sagrado.
Toda
Cácota de Velasco es una comarca mágica, poblada de relatos y seres
fantásticos, que los viejos cuentan y los niños recrean, extasiados. El clima
es frío, aunque benévolo; el silencio, terapéutico; la tranquilidad, sanadora;
y estimulante la inteligencia y la
cordialidad de sus gentes. Hasta los gallos, con sus cantos en cadena, saludan la alborada.
En el
pueblo hay hostales que funcionan en antiguas casonas de hacienda, de
corredores empedrados y salones amplios, que ofrecen hospedaje confortable
y promueven paseos turísticos a la montaña, entre los
cuales se distingue un activo personaje, Ana Villamizar, del Hostal la Hacienda.
Hay
carencias, desde luego, y muchas; el nuevo alcalde, Manuel Isidro Duarte,
consciente de ello, como conocedor
profundo de las necesidades de su pueblo ha organizado un buen equipo de
Trabajo,
que se apresta a atender las expectativas sociales, económicas y culturales de
sus gobernados; “las carreteras secundarias y terciarias –dice‐ serán prioridad”. “ Lo que voy a hacer
en mi pueblo lo he soñado muchas veces ”, añade; y yo creo que
un alcalde que sueña, que empieza por madurar sus proyectos en los sueños,
seguramente los va a cumplir pues su compromiso mayor es consigo mismo; en la
tarea lo acompañan Yesid Araque, secretario de cultura, que tiene claridad meridiana sobre su trabajo por hacer, y el asesor Sergio Arturo Duque.
Se
definen a sí mismos con orgullo como artistas, lo cual ya es un plus en su
calidad humana y administrativa; trabajan en conjunto, acoplados, como lo hacen
cuando cantan y tocan el tiple y
el requinto, pues también son
músicos y tienen un conjunto y admiran a Velosa.
Sin duda Cácota encanta, deja en el ánimo un vivo deseo de volver.
Sin duda Cácota encanta, deja en el ánimo un vivo deseo de volver.
IGLESIA DE CÁCOTA
AÑO 2012
IGLESIA DE CÁCOTA
AÑO 2016
VEREDA FONTIBÓN
CAMINO AL CRIADERO DE TRUCHAS
TIESTOS Y MOYAS
ACTIVIDAD ANCESTRAL DE LOS INDIOS
CÁCOTAS Y TRABAJO DE SUS ACTUALES POBLADORES.
HOSTAL DE CÁCOTA
FAMILIA HERNÁNDEZ MANTILLA
HOSTAL DE CÁCOTA
FAMILIA HERNÁNDEZ MANTILLA
CASA DE LA CULTURA
CAMINO AL CRIADERO DE TRUCHAS
TIESTOS Y MOYAS
ACTIVIDAD ANCESTRAL DE LOS INDIOS
CÁCOTAS Y TRABAJO DE SUS ACTUALES POBLADORES.
HOSTAL DE CÁCOTA
FAMILIA HERNÁNDEZ MANTILLA
FAMILIA HERNÁNDEZ MANTILLA
CASA DE LA CULTURA
NIÑO CAMPESINO DE CÁCOTA
VEREDA DE MATADELATA
HOMBRE CENTENARIO
LUIS BAUTISTA - ANCIANATO DE CÁCOTA
CRÓNICA SOBRE CÁCOTA
PUBLICADA EN LA OPINIÓN DE CÚCUTA
DOMINGO 7 DE FEBRERO DE 2016 PÁG. 3B
CRÓNICA SOBRE CÁCOTA
PUBLICADA EN LA OPINIÓN DE CÚCUTA
DOMINGO 7 DE FEBRERO DE 2016 PÁG. 3B
Agradezco Comentario, dentro de este blog o al correo (escritos.asv@gmail.com)
para conocer su punto de vista, con ellos enriquezco el trabajo
para conocer su punto de vista, con ellos enriquezco el trabajo
y los que a futuro deje a su consideración.
que bonitas las tomas el documento sobre todo bien redactado es bueno ver cosas que uno ni conoce y darse cuenta q hay muchas cosas lindas afuera
ResponderEliminarMuy buena promocion de un pueblo olvidado por los nativos y dejado al margen de las epocas. Buenas fotos.
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